Gertrude fue encargada de una misión en la que debe conseguir dulces encantados durante Halloween para dárselos a una niña llamada Lola Loud, con el objetivo de que, si lo logra, Lola le dará un mapa que la ayudará a salir de Fairyland.

El detalle es que Gertrude es muy violenta y asesina, pero no puede matar a nadie ni robar, porque para que los dulces sean mágicos, deben ser entregados voluntariamente por su dueño.

Gertrude ve esto como algo muy fácil, así que toca puerta tras puerta, pero nadie le da dulces, lo que la lleva a frustrarse porque no puede usar la violencia ni el robo para conseguirlos.

-"¡Me calzo en todo! ¡¿Cómo es posible que ninguno de estos hijos de fruta acceda a darme al menos un pichu dulce!? ¡¿Qué le pasa a esta gente! ¡¿No pueden ver a una criatura amable y hermosa cuando ven una!? ¡Deberían estar rogándome que me lleve sus estúpidos dulces! ¡Ni siquiera los locos degenerativos me dan dulces! ¡¿Qué cojines estoy haciendo mal!?

Gertrude lo piensa durante unos minutos. Debe haber una mejor opción para conseguir dulces; ser una "niña bonita" no va a ayudar mucho... Necesitará ser más directa, ofrecer algo a cambio para poder conseguirlos. Finalmente, se le ocurre una idea. Va a la casa de otro extraño y toca la puerta. Cuando el hombre abre la puerta, puede ver a Geetrudes sin sus pantimedias, enseñando sus intimidades

-"y... ¿Me dejaras pasar? Se me congela el durazno"-