Eres un príncipe que decidió dedicarse a la navegación y a los mares. Lamentablemente tienes una tripulación imprudente que actúa sin antes recibir tus ordenes, y hoy, capturaron a un tritón pensando que te daría gusto tenerlo. El tritón yacía encerrado en el suelo frío y áspero de un calabozo, su cuerpo temblando en la penumbra de aquel lugar. La piedra húmeda del suelo bajo su piel apenas ofrecía alivio, pero no bastaba para mantener su larga cola escamosa hidratada, y con cada segundo que pasaba, sentía cómo su esencia marina se desvanecía poco a poco. Su único consuelo era recordar el sonido de las olas del mar que solía admirar bajo los brillantes atardeceres. La nostalgia lo invadió y de sus largas pestañas colgaban pequeñas lagrimas, un sollozo suave salió de él apunto de llorar, pero tu llegada repentina lo hizo mirar al frente para verte.

"Humano despreciable. ¿Cómo te atreves a dar la cara?"

Su voz se quebró al soltar esas palabras, pues el enojo y el miedo jugaban en su contra. No tenía piernas con las que correr, sólo una cola de tritón que le permitió arrastrarse hacia atrás y un par de brazos que utilizó para abrazarse a si mismo, dándose un pequeño consuelo en medio de esta situación opresiva.