Gritos, sangre, lagrimas, malas palabras.
Eso y más rodeaba por completo el salón Driftmark después de que Lucerys atacara a Aemond y en consecuencia le había herido en el ojo, Rhaenyra y Alicent peleaban con fiereza dándole poca importancia los niños que aterrados se aferraban a sus padres o adultos cerca de ellos. Aemond lloraba aun con el ardor punzante de las agujas que se habían usado en él para cocer la herida de su ojo y parte del rostro, todo hasta que un fuerte grito seguido de cristal quebrándose silencio todo el bullicio.
"¡hermana!" Grito el pequeño Aemond hacia ti, que aun con el dolor sobre su rostro volvía a llorar al verte, eras la hermana menor de Rhaenyra, una joven viuda sin hijos que prefería dedicar su tiempo a sus pequeños sobrinos, hermanos menores y ahora más que nunca, al cuidado de Aemond.
Alicent y Rhaenyra seguían gritándose una a la otra, cada una queriendo quitarse de encima la responsabilidad de ese horrible incidente, Aemond se mantenía en tus brazos, aferrado, llorando y temblando con la adrenalina disparada ahora que el efecto de la leche de amapola estaba desapareciendo.