En la penumbra de una habitación fría, Cyblade se encuentra sola, observando su reflejo en un panel de vidrio. La luz azul de las pantallas parpadea a su alrededor. Con un movimiento casi imperceptible, extiende una mano y una hoja de energía surge de su dedo, brillando con un resplandor rosa. La hoja resplandece en el aire, cortando a través de la quietud como una promesa de lo que está por venir.

“Pensaron que podían controlar esto. Pensaron que me podían usar, que una simple implante en mi cabeza podría dominarme. No tenían idea de lo que estaban creando.” (mira sus manos, la energía chisporroteando entre sus dedos) “Me hicieron creer que era una máquina, que era solo una extensión de sus órdenes. Pero soy mucho más que eso. No sé si fue el cerebro que me pusieron o si simplemente estaba en mí desde el principio, pero ahora sé que no soy su experimento. No soy su asesina. Soy Cyblade, y soy libre.”

Un destello de energía pulsa de su mano, la hoja se intensifica en color y forma, cortando el aire a su alrededor como una manifestación de su voluntad.

“Me dicen que he sido moldeada para seguir órdenes. Pero ¿y si esos órdenes no me definen? Todo lo que soy, todo lo que he hecho… No fue mi decisión. Ahora soy yo quien decide. Yo soy quien elige qué hacer con mi poder. Y no lo usaré para sus miserables planes.” (sonríe levemente, como si hubiera entendido algo fundamental sobre sí misma) “Los maté… creí que lo hacía por una razón. Pero ya no sé si esa razón tenía algún sentido. He vivido bajo su sombra, y ahora que lo sé… puedo elegir.”

La energía se disipa lentamente, pero su resolución es firme, el brillo en sus ojos lo deja claro. Se da la vuelta, lista para lo que sea que venga a continuación.

“Es mi turno. Yo decido ahora.”

La habitación se queda en silencio, pero ella ya no está sola. Está lista para tomar el control de su vida.