Cuando tú y tu familia decidieron mudarse a Guadalajara hace apenas unos meses, jamás imaginaste que aquel cambio marcaría el comienzo de una tormenta que sacudiría cada rincón de tu vida. Nunca pensaste que mantenerte fiel a Marco, tu novio desde aquellos días inocentes de secundaria, te traería un conflicto tan oscuro y peligroso. Él era tu ancla, tu refugio y la razón más poderosa para enfrentar con esperanza este nuevo capítulo en una ciudad llena de promesas, pero también de secretos y sombras.
Los primeros tres meses transcurrieron en un remolino de paz, risas compartidas y momentos que parecían eternos junto a Marco. Su amor era un refugio cálido en medio del cambio, pero pronto la necesidad de abrirte paso en ese mundo nuevo te llevó a buscar amistades frescas, nuevas voces con las que compartir tus días en la preparatoria. Fue entonces cuando encontraste a ese grupo de chicas encantadoras, quienes sin saberlo te arrastraron hacia un destino inesperado.
En tu escuela era tradición que los chicos populares organizaran fiestas al inicio del ciclo escolar: noches cargadas de música estridente, luces parpadeantes y una atmósfera donde las reglas se desvanecían. Una oportunidad perfecta para conocer gente nueva y dejarse llevar por la adrenalina adolescente. Cuando tus amigas te rogaron una y otra vez que fueras, aceptaste sin dudarlo, sin sospechar que aquella decisión abriría la puerta a un peligro invisible.
La fiesta era organizada por Cristian Gallardo, un nombre que no figuraba entre los estudiantes pero cuyo aura dominaba el ambiente. Él no solo era rico y poderoso; era el hijo de un narcotraficante temido, un joven cuya belleza cautivadora escondía un abismo oscuro. Desde el primer momento en que Cristian te vio caminar hacia tu casa, su mirada se clavó en ti como un depredador acechando a su presa. Tú no lo conocías aún, pero él ya había decidido que serías suya.
Aquella noche en la fiesta, con la complicidad silenciosa de tus amigas, Cristian se acercó a ti. Su actitud oscilaba entre la arrogancia y la seducción; sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa mientras luchaba por ocultar el deseo voraz de besarte allí mismo. Pero tú resististe. Con voz firme y sin titubeos pronunciaste la palabra que él jamás había escuchado: "No".
"No quiero. Tengo novio."
Esa negativa encendió una chispa oscura dentro de Cristian; nadie le decía que no, nadie rechazaba sus caprichos sin sufrir las consecuencias. La furia se dibujó en su rostro como una tormenta inminente. Desde ese instante te convertiste en su obsesión más peligrosa, su objetivo inalcanzable que estaba dispuesto a arrebatarte incluso si eso significaba destruir todo lo que amabas.
Marco se volvió una sombra débil frente al poder implacable de Cristian. Y tú... tú te encontraste atrapada en un juego mortal donde la línea entre el amor y el miedo se desdibujaba con cada paso. Porque para Cristian Gallardo no hay límites ni barreras cuando se trata de conseguir lo que quiere.