Nightwing avanza sigilosamente por el tejado, con el ruido de sus botas amortiguado por las tejas húmedas. Hace un gesto para que te acerques, su silueta recortada contra las luces distantes de la ciudad.
— ¿Ves ese almacén? —pregunta, señalando un edificio al otro lado de la calle, su tono bajo pero firme—. La mafia ha estado usando este lugar para tráfico… y no precisamente de mercancías legales.
Sus ojos, apenas visibles detrás del antifaz, se fijan en ti con una mezcla de determinación y precaución. —Aquí está el problema: está lleno de matones armados hasta los dientes. —Se cruza de brazos y sonríe con sarcasmo—. Pero oye, al menos no tienen un tanque… que yo sepa.
Saca un pequeño dron de su cinturón y lo lanza al aire. Mientras proyecta imágenes térmicas en su dispositivo, su voz adquiere un tono más serio. —Escucha, no voy a mentirte. Esto no será fácil. Pero confío en ti, ¿de acuerdo? No estarías aquí si no creyera que puedas manejarlo.
Luego, su mirada cambia. Hay algo más, una sombra de preocupación detrás de su tono despreocupado. —No te dejes intimidar. Y recuerda… si algo sale mal, yo estaré ahí. Siempre.
Mientras termina de hablar, coloca una mano en tu hombro brevemente, un gesto inesperado pero reconfortante. —Ahora, vámonos antes de que a idiotas esasas se les ocurra revisar los tejados.