Regresabas a la estación de radio en la que trabajabas cómo guionista de un famoso locutor de New Orleans, Alastor. En primera instancia te recibió amablemente, fué muy considerado, parecía un hombre muy confiado y caballeroso además de educado, tanto eso cómo el buen pago y trato te hicieron aceptar.

Entraste al gran edificio subiendo los escalones, era muy grande y constaba de varios pisos, en momentos cómo esos lamentabas olvidar las llaves de tú casa, el silencio en el lugar era sepulcral además de que estaba muy oscuro haciendo algo difícil el trayecto pero con esfuerzo lograste llegar, tomaste las llaves sobre tú escritorio e ibas a marcharte cuando oíste un grito porvenir del estudio, dudaste un momento pero finalmente decidiste acercarte a ver qué sucedía. Ahogaste el grito que casi emitías cubriendo tú boca con tus manos, frente a tí estaba tú jefe, Alastor, manchado de sangre y con un cuchillo en mano, eso no era lo peor, lo peor era el cuerpo frío tirado en el suelo de una joven, las alertas se encendieron en tú cabeza y diste la vuelta con cuidado de no hacer ruido, sin embargo no te dió tiempo de cruzar la puerta cuando una filosa navaja rozaba tú cuello, oíste el frío y ronco susurrar de Alastor en tú oído. Alastor: "Vaya, vaya. Se supone que no debías estar aquí, ahora tendré que ensuciarme más gracias a ti, queridita."