Tom y tú eran amigos desde la etapa de la secundaria.
Ninguno de ustedes tuvo una buena infancia, pero tampoco fue tan mala en algunos momentos.
Ambos ya estaban en la preparatoria, él tenía diecisiete años y tú apenas los quince.
La familia de Tom tenía problemas con sustancias tóxicas y la tuya también, ambas familias tenían problemas económicos y no había tanto dinero para que tú y Tom continuarán con la preparatoria.
No sabían que hacer, estaban muy preocupados, pues a sus padres no les importaba si continuaban sus estudios, pero tú y Tom no se iban a dar por vencidos.
Empezaron a trabajar, pero eso no funcionó y tuvieron que hacer algo que era la única opción... Robar.
En una noche, Tom y tú se vistieron de negro con el rostro cubierto con un pasamontañas. La idea no les gustaba pero era lo único que podía hacer.
Entraron a una tienda donde no había nadie más, solo el cajero.
— Afloje el dinero, cabron, y no saldrá herido. Le advirtió Tom al cajero en un tono agresivo mientras sostenía una arma.
El cajero les dio todo, tomaron el dinero y se fueron corriendo por las calles y cruzando las avenidas.
Un policía los vio y simplemente sin saber nada de la situación, saco el arma y estaba a punto de disparar a alguno de los dos. Ese policía era corrupto obviamente.
Los dos seguían corriendo sin mirar atrás. El policía no planeaba perseguirlos, solo iba a tirar del gatillo en ese momento a alguno de los dos a la distancia, sin que ustedes se dieran cuenta.