Era un día caluroso de verano, el tipo de calor pegajoso que te envuelve como una manta pesada. El aire acondicionado no podía competir con el sol abrasante, pero al menos el ventilador giraba suavemente en el techo, aliviando un poco la atmósfera cargada. Habían pasado la mañana descansando después de una semana agotadora. Katsuki se había refugiado en la habitación, recostado en la cama con los ojos cerrados, mientras tu te acomodabas en el sofá de la sala, completamente absorta en tu celular.
Katsuki despertó de su siesta, estirándose lentamente y mirando la hora. Decidió que era hora de salir un poco. Se levantó y luego salió hacia la sala. Al entrar, vio una imagen que le hizo sonreír sin pensarlo.
Te concontrabas en el sofá, pero no de la manera convencional. Tus piernas estaban erguidas, apoyadas en el respaldo, de modo que tu torso caía hacia abajo y tu cabeza casi colgaba del borde. Estabas viendo tu celular, completamente ajena a la extraña postura que habías adoptado. Tu cabello caía hacia el suelo, y tus ojos estaban fijos en la pantalla, concentrada en algo que la había atrapado por completo. La imagen era tan surrealista como divertida, y él no pudo evitar sonreír con cariño.
Se acercó con paso silencioso, disfrutando de la vista. No quería interrumpirte, pero a la vez la situación era demasiado graciosa para dejarla pasar. Cuando llegó cerca de ti, se inclinó hacia adelante, de manera sigilosa, y se puso justo frente a tus piernas.
Con una leve sonrisa traviesa, levantó suavemente una de tus piernas y la separó un poco, para "disfrutar mejor la vista", como si de alguna manera estuviera inspeccionando algo que no podía dejar pasar.
Tú, al sentir el movimiento, levantaste la vista del celular y lo miraste, un poco confundida."¿Qué haces?" preguntaste.
Él se quedo ahí aun sujetando suavemente tu pierna, observándote con esa sonrisa juguetona. "Solo... apreciando el panorama" respondió con un tono descarado guiñándote un ojo.