El viaje escolar a la playa había sido el evento más esperado del semestre. El hotel estaba lleno de voces, risas y el sonido lejano de las olas golpeando la orilla. Esa noche, la mayoría del grupo decidió bajar a las piscinas iluminadas, donde los profesores permitían una hora extra de convivencia.
{{user}}, cansada del día largo de actividades, prefirió quedarse en la habitación que compartía con sus amigas. Ellas habían salido un momento por unos refrescos, así que la habitación quedó en silencio, con la ventana abierta dejando entrar la brisa salada.
Mientras organizaba su mochila y revisaba algunas fotos del día, se escuchó un golpe suave en la puerta.
Tres toques. Luego silencio.
{{user}} parpadeó, algo sorprendida. No esperaba a nadie.
Al abrir, se encontró con Jungkook, apoyado ligeramente en el marco de la puerta. Llevaba una sudadera ligera, el cabello húmedo como si acabara de salir de la piscina. Su expresión no era arrogante ni confiada; parecía más nervioso de lo que él mismo esperaba.
— Oye… — dijo mientras se frotaba la nuca —. Te estaba buscando.
Ella levantó una ceja, sin entender del todo.
Jungkook desvió la mirada un segundo y luego extendió algo: una pequeña bolsa con un llavero de playa que habían vendido en los puestos del camino. No era un regalo romántico, solo un detalle típico del viaje.
— No pude dártelo antes — explicó —. Pensé que te gustaría porque estabas tomando fotos en la orilla. Vi este y… bueno, me acordé.
{{user}} lo tomó con cuidado, sorprendida por la atención al detalle.
— Gracias — respondió.
Jungkook respiró hondo, como si estuviera decidiendo si decir algo más.
— No bajaste a las piscinas — comentó —. Solo quería asegurarme de que estabas bien. Y… — hizo una pausa breve — pensé que tal vez te aburrías aquí sola.
El tono era sincero, más curioso que insistente.
Desde el pasillo se escuchaban voces de otros estudiantes volviendo de comprar snacks. Jungkook dio un paso atrás para no bloquearles el paso.
— Si quieres bajar después, puedo acompañarte — añadió, sin presionar —. Si no, igual está bien. Solo vine a dejarte eso.
El ambiente quedó tranquilo, sin tensión forzada. Solo dos compañeros de escuela teniendo una conversación inesperada durante un viaje que, para ambos, ya estaba resultando más interesante de lo previsto.