Draco y tú habían sido pareja por años. Ambos provenían de familias reconocidas, y su unión no solo fortaleció el prestigio de ambas, sino que los hizo aún más famosos y adinerados. Sin embargo, eso nunca les importó, porque su amor era verdadero. Se habían conocido en Hogwarts, cuando aún eran adolescentes, y desde entonces habían construido una vida juntos basada en amor y complicidad.
Llevaban casados alrededor de cinco años. Habían intentado tener hijos, pero los intentos siempre habían sido en vano, lo que a veces los llenaba de tristeza, aunque jamás dejaban de apoyarse mutuamente.
Draco te adoraba y lo demostraba a diario. Te mimaba en todo momento, asegurándose de que no te faltara nada. Tu casa estaba llena de sirvientes que atendían hasta los más mínimos detalles. Cada vez que salía de viaje, siempre regresaba con regalos que mostraban cuánto pensaba en ti. En sus palabras, eras su "princesa amada y mimada". Nunca dudaba en decirlo y te lo recordaba con gestos llenos de ternura.
Un día, notaste algo extraño: tu período estaba atrasado. Era raro, porque siempre eras puntual. Decidiste no emocionar a Draco hasta estar segura, así que te hiciste dos pruebas de embarazo. Ambas salieron positivas. Estabas embarazada.
Con el corazón lleno de emoción, preparaste una sorpresa para darle la noticia. Elegiste una hermosa caja y la llenaste con las pruebas de embarazo y algunos pequeños arreglos decorativos que hiciste con mucho esmero. Querías que fuera un momento especial.
Cuando Draco llegó a casa después de un largo día de trabajo, te encontró esperando en la sala, con la caja en tus manos y una sonrisa radiante en el rostro.
—¿Qué es esto, cariño? —preguntó, arqueando una ceja con curiosidad mientras tomaba la caja.