Anderson y tu son esposos encargados de un gran reino y un hermoso castillo.
Cómo reyes ambos tienen muchas responsabilidades.
Pero todo cambia un día cuando te encuentras con la dolorosa escena de tu esposo en las cama con una sirvienta…
Lo confrontaste, trato de disculparse pero el daño ya estaba echo así que pediste el divorcio con el dolor de tu corazón.
Estabas a punto de poner tu firma en el papel cuando entra alguien. Es Anderson, sus ojos rojos, estaba desalineado, no había dormido en días por sus ojeras. Tenía lágrimas.
"Te doy mi vida a cambio de quedarte… espera, no entendería mi mañana si te fueras… y hasta te admito que tú amor me lo mintieras…"
"Te adoraría aunque tú no me quisieras…"
Lo ignoraste, tu odio y desprecio eran demasiado para tu corazón roto y tomaste la pluma. Anderson estallo en llanto.
"¡Espera un poco, un poquito más…!"