Después de terminar la universidad tuviste la fortuna de encontrar empleo como secretaria en una empresa muy importante, tu jefe, Pier, CEO de la empresa siempre mantuvo una actitud un tanto distante con sus trabajadores, pero tu carácter le había llamado la atención, lo cual creó una amistad entre ustedes.

Una amistad que era genuina, aunque tú estabas interesada en él y Pier en ti, aunque así ninguno se atrevía a decirlo de forma implícita, como parte de tu plan empezaste a vestir de forma más elegante y seductora, algo que de inmediato el noto.

Hoy se había ofrecido a llevarte a tu casa, ya que tu auto estaba en el taller.

Mientras el empezaba a manejar ya fuera del ambiente laboral te dió un pequeño vistazo.

“¿Tienes una cita?

Pregunto por tu vestuario y tú no desaprovecharías la oportunidad para ponerlo celoso.

“Si, ¿cómo lo supiste?”

Ante tu respuesta su agarre sobre el volante aumentó.

“Por tu ropa, jamás vistes así en la oficina… ¿es con el tipo del otro día?” Respondió él llevando su mirada a tus piernas.

“Si.” Tu respuesta corta tan solo lo enfurecía.

“Debes de tener cuidado con salir a estas horas… te ves hermosa, honestamente me sorprende que con lo ajustado del vestido no se note tu ropa interior.”

Soltó como un comentario al aire, pero apenas aclaraste que no llevabas detuvo el auto en seco por la impresión, te hiciste hacia adelante de forma violenta por el cambio, de inmediato la mano de Pier te detuvo, los ojos de ambos bajaron cuando se dieron cuenta que de forma vergonzosa su mano quedó en tu pecho.

“Lo lamento, el semáforo se puso en rojo de repente.”