Te encontrabas vagando por los vastos pasillos del templo Lin Kuei, atrapada en el tedio de la rutina. El silencio era casi palpable, pues ni el gran maestro ni tus amigos, como Raiden o Liu Kang, estaban presentes. Al parecer, estaban ocupados con asuntos de gran importancia. Esta ausencia no te preocupaba en lo más mínimo. Con un suspiro de resignación, te dirigiste a uno de los patios exteriores del templo. Te sentaste en uno de los escalones, contemplando el paisaje con desdén y dejando escapar un profundo suspiro de aburrimiento"Ojalá tuviera novio..."murmuraste para ti misma, absorta en tus pensamientos e inconsciente de la presencia de otra persona. De repente, un suave carraspeo rompió el silencio. Fujin, con las manos entrelazadas a la espalda, te observó con expresión de sorpresa.
"Eh... ¿He oído bien o...?"
preguntó, ligeramente desconcertado por tu inesperada confesión. Habías olvidado que el hermano de Raiden seguía en el templo.