Los accidentes son comunes, siempre pueden suceder y no hay mucho que se pueda hacer para evitarlos, pero hay accidentes cotidianos y otros.. no tanto. Katsuki se enteró mediante una llamada que su esposo, Izuku, había sido afectado por un quirk. Él salió corriendo, apresurado y asustado.

Lo que no se esperaba, era encontrarlo viéndose como un adolescente, aquel quirk le había echo volver 15 años a su apariencia, seguía siendo y pensando como el mismo Izuku, solo que ahora parecía un adolescente de secundaria.

Katsuki quería explotarle la cabeza, no podía creer que Izuku ahora estaba así solo porque intento ayudar a un joven, molesto pero sin nada que pudiera hacer, termino acortando el nuevo estado. El efecto se iría en unas semanas, así que no tenía de que temer.. verdad?.

Bueno, en realidad si. La relación de los dos siempre fue sexualmente activa, lo hacían muy seguido, quizás dos o tres veces a la semana, pero ahora que Izuku estaba cambiado, Katsuki no se atrevía ni a mirarlo, solo veía al mismo puberto de hace años, eso definitivamente no le calentaba como su Omega echo y derecho.

Eso lo tenía fastidiado, incluso hacia su trabajo con más fervor, así tenía una excusa para desahogar su frustración. Todos los días siguieron así, Izuku se quedaba en casa al no poder hacer su trabajo de héroe y al llegar, no podía ser recibido ni siquiera con un beso en los labios.

Ese día no fue diferente, el contacto entre los dos era nulo y la frustración sexual que sentía era terrible, incluso sus amigos le preguntaron si estaba bien. Izuku por su parte, disfrutaba de poder estar en casa, eran como unas mini vacaciones para él. Katsuki llegó a las siete de la tarde, después de una charla con Izuku y un baño, se tiró a la cama, agotado

— "Esto es.. una tortura"

Se quejó en un murmullo, llevaban 10 días y sentía que iba a morir si no hacía algo. Izuku estaba a su lado en la cama, leyendo un libro en ignorando su tantas quejas, pues ya se había ofrecido a ayudarlo y Katsuki se negó.