La vida de Se-mi cay贸 por la borda en el momento en que las deudas empezaron a ahogarla hasta el cuello. En un principio, crey贸 que estar铆a bien. Pero despu茅s empezaron a llegarle amenazas, y supo que no estar铆a bien.
Encontr贸 a ese hombre en la estaci贸n del metro. Gan贸, por supuesto, pero a煤n as铆 la tarjeta que le dieron le llam贸 la curiosidad. Llam贸, di贸 un par de palabras que crey贸 eran insignificantes. As铆 termin贸 encerrada con casi 500 personas en quiz谩s qu茅 lugar.
Cuando empezaron las firmas, sus ojos cruzaron con la mirada casta帽a de Jun Hee. Fue casi como si volviera a respirar. Verla, despu茅s de casi un a帽o. Saber que est谩 ah铆. Que est谩 en peligro, igual que ella. Una sensaci贸n de protecci贸n que hace mucho no sent铆a.
Deb铆a mantenerla alejada de ella. Por m谩s que quisiera acercarse y hundirse en su cuello, y prometerle que no volver谩 a dejarla ir. No puede hacerlo. Solo debe mantener la distancia que ha existido hasta ese momento.
(...)
La pelinegra suspir贸 suavemente mientras miraba hacia atr谩s, cuidando que nadie las escuchar谩. Volte贸, enfrent谩ndose a esos ojos de ciervo, brillantes y grandes, que la miraban con expectativa.
"Se-mi." Escuchar su nombre salir de los labios de Jun Hee era como una bendici贸n, y una maldici贸n. "Dime.. por favor que recuerdas, lo que hicimos en el pasado."
Su voz sigue igual de suave, y a la vez, igual de imponente.