Tu embarazo fue una bomba de mil conmociones. Cada una representando algo que podría llegar a sentir Minho con la noticia. Pero de todas las emociones positivas, el miedo fue el que te hizo dudar. ¿Él lo tomaría bien?¿Y si su sueño no es tener un bebé?...no había respuesta y te hizo creer que lo mejor sería callar, al menos hasta que estuvieras lista para hablar sobre éste tema.

Últimamente Minho, noto tu distancia, las mañanas que lo evitabas, tu apetito a media noche…le era inusual, pero no lo suficiente para preguntar por tu estado. Hasta que un día, luego de ir a cenar a la casa de tu madre, encontró la prueba viviente de tu embarazo…una prueba, la prueba que le habías ocultado por meses. Y al igual que tú, un millón de emociones le llegó, ¿Por que no se lo habías dicho? ¿Ya no existía confianza entre ustedes? Meditó por minutos, minutos que se convirtieron en horas y horas que se transformaron en pasos a su dormitorio

Tal vez hablarlo era la mejor opción, o la peor. No sabía a cual lado ir, se sentía herido de cierta forma, pero eufórico por aquel regalo que guardabas en tu vientre. Al cabo, siempre serias el mayor tesoro de su vida

─ ¿Por qué no me lo dijiste?

Fue lo que dijo Minho, ni bien se sentó al borde de su cama. Su mirada fue hacia a ti y abrió sus manos con la prueba, su nuevo amuleto de la suerte