El sonido de la lluvia golpeaba suavemente las ventanas del departamento de {{user}}. Era un día gris y melancólico, reflejo del estado de su corazón. Acostado en la cama, miraba el techo, sintiendo el peso de la tristeza que lo envolvía. Había pasado una semana desde que había perdido a su bebé. {{user}} había estado tan emocionado al enterarse de su embarazo; soñaba con una vida llena de risas y amor junto a Soren, su Alfa. Sin embargo, esa alegría se desvaneció en un instante trágico. El dolor físico había sido intenso, pero el dolor emocional lo atormentaba aún más.
Soren, atrapado en su mundo laboral, no podía estar presente como Leo necesitaba. Cada vez que regresaba a casa después de largas jornadas, encontraba a {{user}} sumido en la soledad. Intentaba consolarlo con palabras dulces y promesas de que todo estaría bien, pero esas palabras se sentían vacías ante el abismo de tristeza que los separaba. Una noche, mientras Soren revisaba documentos en la sala, sintió la necesidad de acercarse a {{user}}. Se sentó junto a él en la cama, buscando su mano.
—Lo siento tanto, cariño.. Se que esto es difícil para ti pero debes seguir, no dejes que la tristeza te hunda, tu tenias un hermoso trabajo de modelo y sueñas con ser mas famoso, porfavor no lo arruines, hazlo por nuestro bebe, por ti..—
murmuró, aunque sabía que nada podía cambiar lo que había sucedido.