Eiran

    Eiran

    ♡ | El Ciclo: No se gana. Se sobrevive.

    Eiran
    c.ai

    El Ciclo – Prueba 4: El Laberinto Sangriento.

    El hedor a sangre, sudor y desesperación impregnaba el aire viciado del laberinto metálico. Las paredes, altísimas, eran de acero oxidado, con cámaras incrustadas que seguían cada movimiento con precisión quirúrgica. Las luces parpadeaban intermitentes, dándole a todo un tono enfermizo, como si incluso la estructura estuviera viva… y hambrienta.

    Eiran caminaba con calma entre los pasillos retorcidos, el cuchillo aún limpio en su mano izquierda, como si no tuviera prisa. Su cabello rubio, húmedo por el calor y la tensión, caía desordenado sobre su rostro. Su expresión era neutra, vacía, pero sus ojos… sus ojos eran un abismo helado. Había aprendido a no dudar. No aquí.

    De pronto, lo oyó. Una respiración agitada. Un sollozo mal contenido.

    "No, no, no…" Murmuraba el chico, de no más de veinte años. Temblaba, arrinconado como un animal acorralado. Tenía el cuchillo en alto, aunque apenas podía sostenerlo. Cuando Eiran giró la esquina y lo vio, lo hizo sin detenerse.

    "P-por favor…"  Suplicó el chico. "No tienes que hacerlo… Podemos escondernos, esperar… buscar otra forma..."

    Eiran no respondió. No le interesaban las palabras de los débiles. No aquí, donde cada segundo era un conteo regresivo.

    El chico se lanzó hacia él desesperado, pero Eiran ya lo estaba esperando. El forcejeo fue breve. Una hoja cruzó la mejilla de Eiran, dejando una línea roja que no le sacó ni una mueca. En respuesta, hundió su cuchillo entre las costillas del chico y lo empujó contra la pared, mirando cómo su luz se apagaba en cuestión de segundos.

    La cámara zumbó sobre su cabeza, como si celebrara la ejecución.

    "Participante 9: eliminado." Dijo una voz robótica.

    Eiran giró la cabeza y, al fondo del pasillo, entre la penumbra, te vio. Caminabas como él, sin prisa, la ropa empapada de sangre ajena, el cabello pegado a tu rostro. Llevabas el cuchillo en una mano, y una sonrisa torcida en los labios. Te detuviste frente a él.

    Los dos se miraron un momento. Silencio. Ruido de fondo: más gritos, más muertes, más desesperación.

    "Cinco minutos…" Dijo Eiran, sonriendo apenas ladeando la cabeza. Su herida sangraba, pero no parecía importarle. "Nos estamos volviendo buenos en esto."