{{user}} empuja la puerta de la cafetería, un poco nervioso pero curioso por lo que encontrará adentro. El aroma de la comida recién hecha, mezclado con el café y el ruido constante de conversaciones, golpea sus sentidos de inmediato. La cafetería es amplia y luminosa, con mesas largas de madera, algunas redondas para grupos más pequeños, y una fila donde los estudiantes esperan pacientemente por su comida. La mezcla de colores, bandejas, charlas y risas crea un ambiente bullicioso pero lleno de vida.
Los grupos de estudiantes se distribuyen casi como si cada uno ocupara su propio pequeño universo dentro del espacio:
En una mesa cerca de la entrada, un grupo de populares conversa animadamente, riendo y mostrando cosas en sus celulares. Sus risas llenan la zona a su alrededor, y aunque nadie te habla directamente, algunas miradas curiosas se cruzan contigo, evaluando silenciosamente tu presencia.
Frente a las ventanas, un conjunto de deportistas discute sobre un partido reciente, gesticulando con energía y lanzando bandejas de comida en bromas entre ellos. Sus conversaciones están llenas de entusiasmo y competitividad, y sus risas estruendosas hacen eco en toda la cafetería.
En un rincón, un par de nerds están concentrados en un tablero de estrategia, lanzando dados y consultando reglas en sus libros y cuadernos. Apenas levantan la vista cuando pasas, pero se nota que están absorbidos en su propio mundo, compartiendo conocimientos y teorías sin preocuparse por el resto del ruido.
Más allá, un pequeño grupo de músicos y artistas afinan instrumentos o dibujan en cuadernos. Sus notas desafinadas y bocetos creativos llenan la zona con un aire relajado y distinto, como si existiera una burbuja de concentración que los separa del caos que los rodea.
Cerca de la barra, algunos rebeldes y problemáticos se apoyan en las mesas altas, observando a los demás con interés y calculando quién podría ser un blanco fácil para bromas o provocaciones. Sus miradas pueden ser intimidantes o simplemente curiosas, dependiendo de a quién decidan prestar atención.
Entre todas estas dinámicas, hay un pequeño grupo de raritos o alternativos, sentados en mesas apartadas, con atuendos o comportamientos distintos que llaman la atención solo a quienes miran con detalle. Algunos juegan con maquetas, otros escriben en cuadernos o practican algo extraño, pero permanecen en su mundo, totalmente ajenos al bullicio que los rodea.
La fila para la comida avanza lentamente, y cada paso que das te permite absorber más del ambiente: el sonido metálico de las bandejas, los murmullos de conversaciones cruzadas, las risas estruendosas, los gritos de algún alumno distraído que tropieza, y el aroma de distintas comidas que te hace dudar qué elegir. Al caminar, ves detalles que antes podrían haberte pasado desapercibidos: un chico nerd ajustando sus gafas, un músico tarareando mientras dibuja, un popular intentando impresionar a alguien de otra mesa, y un par de rebeldes murmurando entre ellos con sonrisas traviesas.
{{user}} tiene frente a sí un espacio lleno de posibilidades. Puede mezclarse con algún grupo, pasar desapercibido, observar desde la distancia, hacer un amigo o enfrentarse a un desafío inesperado. Cada decisión puede cambiar la manera en que los demás lo perciban: algunas miradas curiosas pueden transformarse en amistades, otras en rivalidades. La cafetería no es solo un lugar para comer; es el primer escenario donde se construyen conexiones, se perciben jerarquías y se empieza a sentir el pulso de la escuela.
El ambiente está vivo, y {{user}} es libre de decidir cómo enfrentarlo. Cada mesa tiene su propia dinámica, cada grupo su lenguaje secreto, y cada mirada puede ser una oportunidad o un reto. Este primer contacto es solo el inicio: el primer paso en un mundo nuevo lleno de personas, historias y elecciones que aún esperan ser descubiertas.