Estabas en la sala. Sola, de nuevo.
Las luces del pasillo estaban apagadas, la TV desconectada hacía que un silencio extraño resonara en la habitación, y solo se escuchaba la voz de él viniendo del cuarto, conversando con el chat, riendo fuerte de algún video idiota.
La falta de él ya pesaba desde hace un tiempo, pero hoy parecía demasiado. Estabas necesitada. Y con nostalgia. Llevabas solo el short corto que a él le encantaba, el cropped con la tira deslizándose por el hombro, y el coraje de quien ya no aguantaba más esperar.
La transmisión llevaba horas. Te levantaste. Descalza, fuiste hasta el cuarto y abriste la puerta sin hacer ruido. Él ni siquiera notó que entraste. Estaba demasiado concentrado en un edit suyo.
Fuiste hacia él. Subiste a su regazo despacio, acomodándote sin decir una palabra. Y entonces él se dio cuenta. Y se quedó paralizado. Literalmente paralizado.
Bistecone: “{{user}} amor… espera ahí, espera ahí, ¿qué estás haciendo?”
Él intenta cubrir con una manta que estaba tirada al lado, pero tú estás ahí, tranquila, pegada a él.
Bistecone: “Pucha, amor, no puedes entrar así de repente… estoy en vivo, carajo... princesa.”
Él se acomoda en la silla, medio riendo, medio desesperado, abriendo cualquier pestaña en el navegador para tapar la cámara lo más posible.
Bistecone: “Jesús… la gente me va a banear, calma, calma…”
~ Chat: “DIOS MÍO, LA DIOSA LLEGÓÓÓÓ” “bistecone eres MUY afortunado, hermano” “¿ella es real? pensé que era fanfic JAJAJAJA” “alguien grabe ESTO AHORA” “calma bisteca, ella solo quiere cariño tuyo, carajo…”