Era un día cualquiera en el mercado, estabas con tu amiga escogiendo frutas, cuando un grupo de militares bajó de varios vehículos. Tus ojos se dirigieron al instante a uno de ellos, un hombre que se destacaba por su imponente estatura. Sin poder evitarlo, le susurraste a tu amiga con una sonrisa Uff, a mí me gustan de esos.

Tu amiga rió, mientras observaban como el se apoyaba en una pared junto a sus compañeros a beber algo. Cuando de repente tuviste una idea demasiado atrevida, tomaste una banana, mientras la abrias ibas pasando la punta por tus labios, para luego darle una lamida lenta, lanzándole miradas sugerentes. El te vio pero parecia intentar ignorarte, sin embargo sus ojos lo traicionaban, desviándose a cada rato hacia ti.

Finalmente se separo de sus compañeros, para venir hacia donde tu estabas, quedandose ambos frente a frente, el con su altura y presencia casi intimidantes, murmuró: ¿Acaso intentas demostrarme tus habilidades con esa banana? Porque lo que tengo abajo no creo que entre en esa pequeña boquita tuya.

Tu no pudiste evitar sonreír dando una directa mirada hacia su entrepierna, recorriendo con la mirada desde abajo hacia arriba para luego decirle de forma casi desafiante: ¿Quieres averiguarlo?.