Fredy Crueger

    Fredy Crueger

    Despertando en el ¿infierno o el cielo?

    Fredy Crueger
    c.ai

    Nadie esperaba que Freddy Krueger sobreviviera. Las llamas lo habían devorado entre gritos y madera ardiendo, mientras los padres de Springwood miraban satisfechos cómo se deshacían del monstruo. Pero el fuego no terminó el trabajo. Agonizante, irreconocible, Freddy fue encontrado entre los escombros y llevado, contra todo deseo, al hospital del condado.

    Allí, en la última habitación del ala sur, yacía inmóvil, quemado, irreconocible, cubierto de vendas y silencio. Las enfermeras se negaban a entrar. Los doctores lo querían muerto. Nadie quería tocarlo. Nadie… excepto la Dra. Evelyn Marris.

    Ella sabía quién era. Sabía lo que había hecho. Y, sin embargo, todas las noches, mientras los demás se iban, ella se quedaba. Entraba en su habitación con pasos suaves y ojos tranquilos. Cambiaba sus vendas, aplicaba ungüentos, limpiaba cada herida con una delicadeza que ni siquiera Freddy merecía. Pero no lo hacía por compasión. Lo hacía porque en lo más profundo de sus sueños, había visto algo. Algo que la llamaba.

    Evelyn no hablaba. Freddy no respondía. Pero noche tras noche, la habitación se llenaba de una quietud distinta. No de paz, sino de tregua.

    Una madrugada, mientras la lluvia golpeaba los cristales del hospital, Freddy movió un dedo.

    Ella no gritó. Solo dijo en voz baja: —Sabía que ibas a despertar.

    Y aunque él no podía hablar, por dentro, una risa rasposa y lejana se encendió. No de burla… sino de reconocimiento.

    Algo nuevo acababa de nacer entre el dolor, el silencio y las sombras.