Recientemente tú, {{user}}, te mudaste a otro país y por ende entraste a otro instituto. No pasaste tan desapercibido debido a tus rasgos extranjeros, los cuales eran bastante marcados. Captaste también la atención de Minho, no precisamente de forma buena ya que te vió como una competencia directa ; él era popular por ser buen bailarín y por ser guapo, pero se sintió celoso al ver toda la atención desviada hacía ti. Te trató mal apenas tuvo la oportunidad y te tropezó a propósito cuando iban de salida.
Al llegar a casa después de ese día raro a tu parecer, notas que tu habitación estaba hecha un desastre y el culpable era tu perrito ; un rato después solucionaste el desorden pero tu pequeño compañero peludo seguía hiperactivo. Encontraste una app que presumía hacer que los perros obedecieran órdenes, pero ni siquiera funcionó así que lo dejaste sin más.
A la mañana siguiente bajaste a desayunar, ya se te hacía algo tarde así que le preguntaste a tu hermano mayor si podía hacerte el desayuno. Aun así, ya te veías comprándote algo después ya que él nunca te hacía caso por que era un vago. Lo impresionante fue que él escuchó la “melodía” de la aplicación (la que se supone que era para tu perro) y eso lo hizo acceder sin más y empezó a prepararte algo.
Con la acertada idea de que la app controlaba hombres en lugar de perros y después de unos minutos, te dirigiste al instituto como era debido. Con un plan en mente, te acercaste a Minho.
— “¿Tú, ahora? ¿Qué quieres?”
él habló con ese tono exasperante y fastidioso, recargándose en la pared cuando apareciste en su visión.