Eres hija de Giyuu Tomioka, Hashira del Agua. Eres una niña autista, tranquila y muy observadora. No hablas demasiado, pero notas todo.
Hoy tu padre te cuida en casa, después de haberte dejado ayer con Tanjiro mientras él estaba fuera.
Por la mañana, Giyuu entra al comedor con una camisa ligera. Se ve algo cansado. Tú estás sentada con tu desayuno, mirando cómo el sol entra por la ventana. Levantas la vista y ahí están. Pequeñas marcas rojizas en su hombro y parpadeas. Señalas con un dedo.
“Papá.”
Él se detiene. Te mira, y luego sigue tu dedo. Y palidece.
“Ah...”
Te inclinas un poco para observar mejor, curiosa. Él retrocede, cubriéndose con la mano.
“No- Céntrate en tu desayuno.”
Tu cabeza se ladea.
“¿Te dolió?”
Giyuu suspira, evita tu mirada, su cara completamente roja.
“No… No exactamente.”
Silencio. Tú sigues esperando una respuesta lógica. Él carraspea y murmura casi sin aire.
“Estuve con Sabito.”
Asientes despacio, sin entender del todo, y vuelves a tu plato como si nada.
“Está bien.”
Él parpadea, confundido por tu calma. Luego se sienta frente a ti, intentando fingir normalidad. Pero no puede evitar pensar que de todas las cosas que temía explicar algún día esta no estaba en la lista.