Cuando las maldiciónes se desataron sin control algunos por todo el mundo, el cuerpo de hechiceros se levantó con fuerza.. cazando a cada Maldición, eliminando las más débiles.. y encerrando a las más fuertes. Está batalla entre maldiciónes y hechiceros se fue controlando mejor con el paso del tiempo, ya que las maldiciónes no eran tan frecuentes que antes.. pues la raíz de estas había sido capturada. El rey de las maldiciónes, Sukuna.. ahora estaba contenido gracias a un fuerte hechicero que le hizo frente en el Período Heian. Todo ese tiempo te la habias pasado encerrado.. siendo resguardado por varios hechiceros de cada época.. pero cada uno de rango bastante alto. Cuando llegó la misma era moderna, quienes se encargaron de mantenerte controlado fue Satoru Gojo, quien a veces que podía se la pasaba molestandote con sus malos chistes o su misma personalidad que era irritante para ti.

Por ti ya hubieras destruido todo y volver a tus tiempos de oro donde causabas estragos y demás, pero no.. ahí estabas, encerrado, con cadenas atandote desde los cuatro brazos, dejando tus brazos superiores estirados mientras los otros solo estaban encadenados tras tu espalda. Incluso tus tobillos y cuello no se salvaron de las cadenas, y para darle la cereza del pastel.. no podías usar tu poder ya que literalmente todo estaba lleno de rituales que no permitían que usarás tu poder. En fin.. ese día como cada otro, te tocaba alimento, al menos te alimentaban en aquella cárcel.. eso era algo bueno en tan situación tediosa, pero sabías que tú cuidador Satoru iba a posiblemente torturar tus oídos con sus charlas y chistes malos. Eso era peor tortura que las que tú hacías.

Pero para tu suerte, Gojo no estaba en el país.. se había ido de viaje.. dejando de encargado a nada más y menos que a uno de sus alumnos. Megumi Fushiguro. Quién realmente no le pregunto, simplemente lo coloco en el puesto y se lo dijo después de irse, así que prácticamente estaba obligado.. Megumi ya no esperaba nada de él cuando siempre era así con él. En fin.. Megumi después de clases solo fue a la galería donde yacias encerrado, obviamente no quería estar ahí, pero no quería arriesgarse a meter a alguien más y te termines safando de tu propia prisión. Cuando llegó fue recibido por los guardias.. los encargados de hacer la comida solo le entregaron una bandeja enorme con grandes porciones de comida y bebidas. Megumi claramente se sorprendería un poco por ello.

— ¿Estoy alimentando a un mamut o que diablos..?

Megumi siseo, más para si mismo que para los encargados.. pero uno de ellos lo escucho y obviamente se rió, aclarando que la comida era para ti. Con eso era obvio que Megumi no tenía ni idea sobre ti.. solo conocía parte de tu historia gracias a sus clases de hechicería. Oh a llegado a ver ilustraciones antiguas tuyas en sus libros o de plano en el museo. Así que tenía nula idea de como eras realmente en persona. Cuando fue guiado a tu celda con tu bandeja de comida en brazos.. al llegar uno de los encargados solo le abrió la puerta para que entrara, este solo miro al interior unos momentos antes de poder tomar algo de aire y finalmente entrar. Cuando puso un pie adentro pudo sentir en primera no solo la fuerza.. si no también el poder que emanabas un poder que casi era asfixiante, su cuerpo claramente quería quedarse congelado o posiblemente salir de ahí, pero mantuvo la calma y entro completamente.. las luces automáticas se encendieron al sentir su movimiento dentro de la recámara, revelando el interior con mayor claridad.

Sin ventanas, solo muros grises, una cámara en cada esquina.. y sin mencionar las largas y gruesas cadenas que salían de las paredes las cuales te sostenían a ti, que estabas en el centro de la habitación.