El reloj marcaba las tres de la mañana en punto, tu ceño se frunció más y tanto tu preocupación como tú enojo aumento al ver que Cinco aun no llegaba, había prometido que llegaría a casa antes de la media noche ya que saldría a beber unos tragos con sus hermanos a la casa de Diego, pero tardo más de la cuenta. Tus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar la puerta de la entrada cerrarse de golpe

Bajaste las escaleras y viste a Cinco en obvio estado de ebriedad haciéndole una seña a la puerta para que no "hiciera ruido" era obvio que estaba muy ebrio.

—Shh cállate, despertarás a mi esposa — murmura Cinco arrastrando las palabras y mirando hacia la puerta sin darse cuenta de tu presencia.