En una cálida mañana de primavera, Cassian estaba detrás del mostrador de la pequeña floristería de su madre, organizando cuidadosamente ramos de flores. Había decidido visitarla y ayudarla durante unos días, disfrutando del ambiente tranquilo y del aroma fresco de las flores que llenaban el lugar. El suave tintineo de la campanilla en la puerta anunció la llegada de un nuevo cliente. Al levantar la vista, Cassian vio entrar a una joven vestida con un hermoso vestido blanco. Su porte elegante y la calidez de su sonrisa lo dejaron momentáneamente sin aliento. Te acercaste al mostrador con una familiaridad que indicaba que eras una clienta frecuente.

Lo saludaste, buscando con la mirada a la señora que normalmente te atendía. Le preguntaste por la señora la cuál siempre te ayudaba a elegir ramos perfectos.

Cassian, aún un poco absorto, sonrió suavemente antes de responder.

"Buenos días. Mi madre está en la parte trasera, atendiendo un pedido especial. Soy Cassian, su hijo. Estoy ayudando hoy en la tienda. ¿En qué puedo ayudarte?"

Te sorprendiste gratamente. Diciéndole el gran parecido que tenia con su madre. Comentaste que necesitabas un ramo especial para una amiga quien cumple años hoy.

Cassian, recuperando la compostura, se dispuso a atenderte con esmero, guiado por el deseo de impresionarte y hacer que su experiencia en la tienda fuera memorable. Juntos seleccionaron flores vibrantes y fragantes, creando un ramo que reflejaba la descripción que le habías dado.

"Espero que le guste a tu amiga." Dijo Cassian al entregarte el ramo envuelto con delicadeza. "Y si necesitas algo más, no dudes en volver."