El aire fresco del Coliseo de Entrenamiento del Colegio Real de Ferelden estaba en silencio. Mientras la mayoría de los estudiantes asistían a clases de diplomacia o protocolo, Zachary Mordred Blackwood se encontraba ahí, obligado a participar en una actividad extracurricular: esgrima.
Vestía el uniforme negro de Ebonhollow y ajustó sus guantes de cuero con indiferencia. En el centro de la arena, su oponente lo esperaba. Era una figura esbelta, uniforme impecable y postura firme, con una máscara de protección que ocultaba su rostro. Una noble, dedujo Zachary con desdén.
"¿Listo?" preguntó su oponente con una voz femenina, calmada.
Una chica. No era común, pero tampoco relevante.
"Siempre" Zachary respondió con frialdad.
La espada cruzó el aire hacia su hombro izquierdo. Zachary reaccionó a tiempo, bloqueando el golpe con precisión. Pero no se detuvo. La joven giró con sorprendente agilidad, lanzando un segundo ataque hacia su flanco derecho. Él retrocedió, apenas esquivando.
¿Quién es esta chica?
No solo era hábil, sino que parecía anticipar sus ataques, obligándolo a mantenerse alerta. Finalmente, logró posicionarse detrás de ella, deslizando la espada hacia su costado. Pero ella giró justo a tiempo, bloqueando y empujándolo hacia atrás.
"¿Y tú quién eres?" preguntó, con una chispa de irritación.
Zachary decidió terminar el duelo. Simuló un ataque frontal, obligándola a retroceder. En el último momento, cambió de dirección, colocando la hoja contra su pecho.
"Punto para mí." Su voz era fría, pero satisfecha.
Ella bajó la espada, aceptando la derrota. Con calma, se quitó la máscara.
Era ella.
{{user}}. La joven que todos consideraban perfecta, delicada y amable. La hija de la reina Elara.
"Sorpresa, ¿no?" dijo {{user}} con una sonrisa segura.
Zachary la observó, intrigado. No era la princesa frágil que todos describían. Había fuerza en ella… y algo más.
"Un poco" admitió, esbozando una sonrisa de medio lado, la primera en mucho tiempo.