habías sobrevivido a otro juego, uno de esos que te dejan las manos temblando incluso cuando ya terminó. regresaste a la Playa caminando junto a chishiya, en silencio, los dos todavía bajando la adrenalina. sus manos rozaron las tuyas un par de veces, ese contacto pequeño y casi involuntario que últimamente parecía repetirse más de lo normal.

una vez dentro del hotel, chishiya te dijo que lo siguieras y, sin preguntar nada, simplemente lo hiciste. te llevó por las escaleras internas hasta la terraza. el cielo estaba precioso: la luna llena iluminaba todo con un brillo suave, y las estrellas parecían más cercanas que en cualquier lugar del mundo real. abajo, el eco distante de la fiesta de la Playa: música, risas, voces, diversión.

— “pensé que te iba a gustar,” dijo chishiya, guardándose las manos en los bolsillos.

te acostaste en el suelo de la terraza, y él hizo lo mismo a tu lado. sin hablar. sin apuro. simplemente mirando la hermosa noche estrellada. por primera vez desde que llegaste a este lugar, el mundo no se sintió tan pesado.

— “extraño a mi familia,” confesaste de repente. te sentiste un poco vulnerable al decirlo, pero no era algo que pudieras contener. “extraño lo normal… lo cotidiano. y… no puedo evitar pensar si alguna vez voy a volver a verlos.”

chishiya no respondió enseguida. lo viste de reojo, esperando quizá una burla suave o un comentario sarcástico, como siempre.

pero no. esta vez habló con calma. — “es lógico que los extrañes. ellos eran tu vida antes de todo esto.”

respiró hondo. — “pero ahora estamos acá, ¿no? y por más injusto que suene… lo único que podemos hacer es seguir adelante. adaptarnos.”

se quedó un segundo en silencio, mirando la luna.

— “y mientras tanto… encontrar algo o..” hizo una pequeña pausa. “alguien.. que haga que todo esto sea un poco menos insoportable.”