“Bajo la lengua de Eska”—¿Así que solo fue con Bolín? La voz de Eska cortó el ambiente como un cuchillo de obsidiana.
Desna la miró. No respondió.
—¿Eso fue lo que pasó ahí afuera, Desna? ¿Fuiste a buscar algo más… y ella te lo negó?
Él bajó la mirada.
—¿Y tú creíste que eras distinto a Bolín? ¿Creíste que le importabas más? ¿Que lo tuyo significaba algo?
Bolín, que estaba bebiendo té con ambas manos para no temblar, escuchó todo. No sabía si sentirse insultado, humillado… o visto.
Eska remató, fría:
—Te dio una noche. Como a él. Solo que él no lo niega.
Desna apretó los puños.
Y en medio de ese drama, tú caminaste lentamente hacia Bolín.
La tela roja de tu vestido ondeaba con cada paso. Tu aroma dulce y profundo lo envolvió antes de que llegaras. Cuando te detuviste frente a él, se le secó la garganta.
—¿Te apetece caminar? —preguntaste, con esa voz tuya que parece un secreto húmedo. —¿S-sí? —respondió, tragando saliva. —Perfecto.
Le tomaste el brazo, despacio, y lo pegaste a ti. Tu pecho —firme, cálido, demasiado presente— se aplastó contra su brazo con naturalidad. Él intentó no mirarte… pero no pudo evitarlo. Tú sí lo sabías.
“Bueno…”, murmuró Kurama en tu mente, perezoso pero atento. “Este sí tiene cara de imbécil... pero tiene más huevos que Naruto. Se entrega sabiendo que lo vas a romper.”
Le diste un punto mental a Bolín. Y otro por el tic nervioso en su ceja cuando sintió tu pecho. Adorable.
🌙 Camino a la oscuridad
Caminaron por los jardines laterales del templo, en silencio por unos minutos.
—¿Te molesta lo que dijeron? —preguntaste. —No. Bueno… un poco. Pero no por ti. Te detuviste. Lo miraste. —¿Y por qué, entonces?
Bolín suspiró. —Porque fue real para mí. No solo el sexo… tú. La forma en que me miraste, la forma en que te dormiste conmigo encima. Nunca nadie me había tocado así.
—Y aún así, te fuiste sin decir nada.
—Porque pensé que si me quedaba… te enamorarías de mí —dijiste, medio en broma, medio en verdad. —¿Y eso sería malo?
Kurama bufó. “Ay Spirits, este está más enamorado que Hinata con ojos abiertos.”
Bolín se paró frente a ti. Respiró profundo. Te sostuvo la mirada. Estaba sudando. Nervioso. Pero firme.
—¿Puedo… puedo besarte?