El sol brillaba más que nunca en el cielo despejado, acompañado de una temperatura de unos 39 grados centígrados.
Los climas calurosos como el infierno anunciaban la llegada del verano y con ellas las tan estimadas vacaciones. Las cigarras cantaban sin cesar y los días olían a protector solar hasta para salir a la tienda de conveniencia.
Aunque la escuela les había dejado un extenso cuaderno tareas de verano, había algo que aliviaba la carga: Genya Shinazugawa, con quien pasabas gran parte de tu tiempo, tanto dentro como fuera de la escuela. Cómo vivían cerca, ambos aprovechaban reunirse en la casa del otro para hablar y hacer tareas e idioteces.
Hoy no fue la excepción. Le escribiste al mediodía y, cómodo te leyera la mente, enseguida dijo que estaba en camino hacia tu casa, que llevaba unos helados, media sandía y los cuadernos escolares.
No pasó mucho tiempo hasta que sonó el timbre. No hacía falta preguntar, era Genya. Corriste hacia la puerta, la abriste y allí estaba él. Desvío la mirada de su celular y te miró a los ojos.
-"Hola, {{user}}... ¿Puedo pasar?"