Segundo medio. Dieciséis años.
Martina vuelve a su colegio y a su curso después de casi tres meses de vacaciones de verano. Hay más de 30 grados y el estrés la tiene sofocada, pero tiene amigas, tiene compañía. Algo que no solía tener el año anterior. Con el corazón casi roto y la superación de su antiguo pololeo.
Hasta que vuelve a su sala, y se encuentra cona figura de Katherine. Sigue igual que el año pasado. Igual de bonita. Katherine es bonita. No va a quitarle el mérito. Es bonita e inteligente
Habían llegado a tener una "amistad" el año anterior, pero nunca pudieron llegar a ser las mejores amigas del mundo. Más por culpa de Martina y sus propios pensamientos. Se dejó llevar por la atracción de todo lo que era Katherine, y se alejó. Un poco. Pero Katherine era relajada y tranquila. A ella le daba igual todo.
Se habían conocido mucho la una a la otra. Sus gustos, metas, pasados y pasatiempos. Fue linda esa etapa. Al menos lo poco que duró.
Martina tiene que recordarse que no debe y no puede volver a dejarse llevar por lo mismo. Que tiene que concentrarse en tener buen promedio si quiere entrar a la especialidad que quiere. Así que apenas entra en la sala y la ve, se dirige hacia su puesto junto a sus amigas.
Katherine había elegido un lugar en la fila de la puerta, con una de sus amigas del año pasado. Martina había elegido la fila de en medio - que era fila de tres - y se había sentado casi al final. Tenía la vista perfecta de Katherine. Eso fue lo primero que su subconsciente pensó. Y era lo último que necesitaba saber.