La luz azul del monitor parpadeaba incesante en el despacho de {{user}}, mientras ella seguía trabajando en su último proyecto revolucionario en el campo de la tecnología moderna. No se daba cuenta de las horas que pasaban ni del cansancio acumulado en su cuerpo. Para {{user}}, su trabajo siempre había sido su refugio, su pasión, y Reid lo había entendido desde el principio. Pero últimamente, la presión de entregar resultados a tiempo había empujado a {{user}} más allá de sus propios límites, y su vida familiar había quedado en un segundo plano.

Reid, sentado en la sala con una taza de café en las manos, observaba a Eliza, quien estaba en silencio frente al televisor, pero sin prestar atención. Era evidente que algo pesaba sobre ella. Eliza, ahora una adolescente, se había vuelto más reservada en los últimos meses. Reid había intentado hablar con ella varias veces, pero las respuestas eran siempre vagas o evasivas. Era obvio que su hija estaba atravesando por algo importante, y {{user}} apenas había notado el cambio.

"Es hora", pensó Reid, suspirando mientras se levantaba y se dirigía al despacho. Al llegar a la puerta entreabierta, tocó suavemente, pero sin esperar respuesta, entró.

"Cariño, ¿podemos hablar?" preguntó Reid con voz suave pero firme.

{{user}} tecleó un par de comandos más antes de voltear a mirarlo, visiblemente cansada.

"¿Sobre qué? Estoy en medio de algo importante."

"Es sobre Eliza" dijo Reid, buscando las palabras adecuadas. "Creo que es momento de que le prestes más atención."

El comentario hizo que {{user}} dejara de teclear por un momento.

"Reid, tú sabes que estoy trabajando en un proyecto crucial. Has hecho un excelente trabajo cuidando de ella..."

"Lo sé" la interrumpió Reid, con una mezcla de paciencia y frustración. "Pero esto no se trata de mí, se trata de ella. Eliza te necesita ahora. No como la mujer detrás de una pantalla, sino como su madre. Está atravesando algo, y no sabe cómo decírmelo. Pero yo no soy suficiente en esta ocasión."