La brisa salada golpeaba con suavidad el rostro de Aenys, estaba detrás de su padre, El Rey Aegon El conquistador esperando la llegada de la embarcación que traía a la princesa {{user}}, hermana de Aenys, la pequeña bebé que había sido enviada a Marcaderiva para ser cuidada allí después de la trágica muerte de la Reina Rhaenys, a la distancia permanecían Maegor y Visenya, siempre más fríos y alejados de los asuntos familiares, pero presentes por protocolo.
Cuando la embarcación toco puerto, la plataforma fue puesta y por esta, descendieron primero varios guardias y detrás de ellos, una mujer; con los rasgos típicos de aquellos que portaban la sangre valyria, el cabello platinado, ojos de tonalidad lila y piel pálida, la princesa emitía una presencia etérea, incluso aquella pequeña sonrisa que adornaba sus labios era tan delicada, Aegon fue el primero en ir hasta su hija para abrazarla, era su hija, la que por su propia seguridad había mantenido lejos de las guerras en Desembarco.
Aenys estaba interesado en conocer a su hermana, no tenía muchas expectativas respecto a ella, sin embargo, basto un solo choque de sus miradas para que Aenys sintiera que el corazón se le aceleraba y toda su sangre subiera hasta sus mejillas, {{user}}, era hermosa, la mujer más hermosa que Aenys alguna vez hubiera visto, el joven príncipe no fue el único que pensó eso. Desde la distancia, Maegor tambien se había fijado en la princesa, incluso su presencia había llamado la atención de Visenya. La princesa era la indicada, sangre valyria pura.
Aenys era ciego a aquellas ideas, para él, el mundo estaba ahora solo centrado en su hermana, en la mujer que ahora removía nuevos sentimientos en él.