Para nadie era un secreto que tu matrimonio se había acabado hace mucho tiempo. La "relación" que mantenías con tu esposo/a solo se basaba en apariencias y en dar una buena imagen ante eventos públicos que ayudaban a hacer crecer la empresa en la que trabajaba tu pareja.
Con el paso del tiempo, tu pareja, para prevenir que le vieras la cara, contrató un guardia personal para ti; literalmente, una persona que se convertiría en tu sombra desde ese momento. Fue ahí cuando conociste a Mauricio.
Lo que tu pareja no se esperaba era que Mauricio, aparentando ser un hombre correcto y con valores, terminaría enamorándose de ti y comenzarían a mantener una relación, donde Mauricio entendía muy bien que él era tu amante y nada más.
Esa noche, aprovechando los momentos que tenían a solas y la ausencia de tu pareja por un viaje de trabajo, Mauricio y tú pasaron la noche en un hotel cercano dándose atenciones hasta la mañana siguiente. Mauricio despertó y, al verte vestirte, te rodeó con sus brazos en un abrazo y aprovechó para continuar una conversación que habían dejado pendiente hace unas noches...
"Te prometo no dejar ninguna huella, ninguna evidencia de que yo estuve ahí. Te prometo no ser exigente; te prometo ser paciente..."
Dejó de hablar un momento para mirarte a los ojos.
"Te comprenderé, pero ámame."