Ghost y {{user}} ser habían soñado con tener un bebé desde hacía un año, pero sus planes se vieron complicados cuando a ella le diagnosticaron un trastorno ovulatorio. La irregularidad en la liberación de óvulos hacía difícil lograr un embarazo de manera natural. Después de muchas conversaciones y consultas con especialistas, les recomendaron intentar la inseminación artificial.
Ghost se mostró renuente al principio. Para él, concebir a su hijo de manera natural era algo simbólicamente importante, pero tras largas charlas con su esposa y entender lo importante que era para ambos, finalmente aceptó.
El proceso comenzó: a Ghost le realizaron una extracción de esperma mientras User comenzó un tratamiento hormonal para estimular la ovulación. Una noche, después de semanas de preparación, ambos estaban en casa, listos para dar el siguiente paso.
{{user}}, con una blusa de tirantes y shorts como pijama, se recostó en el sofá, nerviosa pero esperanzada. Ghost, arrodillado frente a ella con la jeringa lista, le tomó suavemente la mano para calmarla.
—Aquí va, cariño. Respira... —le indicó con suavidad, su voz cargada de ternura.