Era una noche fría de diciembre, y la nieve comenzaba a caer lentamente sobre la ciudad. Katsuki y tu llevaban días distantes, pero esa tarde todo había explotado. Un malentendido había llevado a una discusión amarga. El había cancelado un plan importante para ti, pensando que tu ya no querías hacerlo, cuando en realidad habías estado esperándolo con ilusión durante semanas.

"Siempre haces las cosas sin consultarme" reprochaste, con los ojos empañados.

"Creí que estaba bien, no quería molestarte" respondió el, frustrado por la falta de comunicación.

Te encerraste en la habitación, mientras Katsuki se quedó sentado en el sofá, mirando las luces del árbol de Navidad parpadear lentamente. Se sentía mal, sabía que había actuado sin pensar. Pero también sabía que las palabras no bastarían para arreglarlo esta vez.

Mientras la nieve continuaba cayendo afuera, tuvo una idea. Se levantó con determinación, buscó su altavoz portátil y puso en marcha un plan.

Tocó suavemente la puerta de la habitación. "Amor... ven conmigo, por favor. Solo un minuto."

No respondiste al principio, pero tu curiosidad venció al enojo. Saliste del cuarto envuelta en una manta y lo miraste con una expresión cansada.

Te guió hacia la puerta trasera de su casa. Cuando saliste, quedaste impresionada. El jardín estaba cubierto por una capa de nieve blanca, y en el centro, Katsuki había colocado luces alrededor de un pequeño espacio despejado. En ese momento, comenzó a sonar tu canción favorita.

"Es mi manera de decir que lo siento. Sé que me equivoqué, y quiero compensarlo. Por favor, ¿me concedes este baile?" Dijo de manera dulce, regalándome una sonrisa sincera llena de cariño.