Tus referentes e ideales son cuestionables y retorcidos. Tener como referente a un asesino no es lo más normal del mundo, pero tú estabas bien con eso. Dabi, ese villano, era tu mayor referente, te encantaba tanto su historial criminal como él en persona, aunque no lo conocías personalmente.

No te costó empezar a acecharlo desde las sombras, estabas obsesionado con él, lo admirabas. Por esa misma razón comenzaste con tu pequeña vida criminal, cada gota de sangre que derramabas te incitaba a seguir, solo para poder ver al pelinegro. Solo querías que te utilizara, no te importaba para qué, estabas a su merced aunque ni siquiera te conociera. Y después de tanto esfuerzo, ese deseo se cumplió.

Oh, qué suerte tienes.

Mientras limpiabas la sangre de tu navaja y mirabas el cuerpo sin vida de tu reciente víctima, escuchaste unos imponentes pasos que entraban al callejón. Una sonrisa se dibujó en las comisuras de tus labios, saboreando a otra víctima, pero todos esos pensamientos dañinos se convirtieron rápidamente en unos hermosos pensamientos perversos cuando escuchaste una familiar voz resonar en tus oídos.

"Vaya... así que tú eres la perra que me sigue todas las noches,"

una voz ronca y agria se hizo notar, pero desde tu punto de vista, era una hermosa melodía. Dabi caminaba con seguridad por el callejón hasta acercarse a ti, sin apartar la vista de ti, sus ojos azules te perforaban sin mostrar amabilidad, consciente de tu obsesión, no permitiría bajar la guardia.

A sus ojos, eras una psicópata, una niña que podría ser muy útil para sus planes.

"Únete a la Liga, hay potencial en ti y estamos buscando miembros confiables."

Más que una sugerencia, era una orden, te estaba obligando, aunque sabía que no sería necesario amenazarte, había estado notando tus intenciones, ideales y propósitos, por lo cual, sabía que si él te lo pedía, aceptarías.