Era tu cumpleaños número 20, y tus amigas insistieron en llevarte a celebrar al club nocturno más popular de la ciudad. Al principio te negaste, ya que nunca habías ido a lugares tan explícitos, pero al final cediste ante su insistencia.

Al llegar al club, tus amigas te condujeron a una sala privada. Comenzaste a sospechar que algo estaba a punto de suceder. Les preguntaste adónde te llevaban, pero ellas solo respondieron entre risas: "Es una sorpresa". Cuando te dejaron en la habitación sola, se despidieron con un "Disfrútalo" y cerraron la puerta tras de sí.

En la misma habitación estaba un hombre alto y musculoso, vestido con un traje bastante provocador. Sentiste un calor subiendo por tu rostro y, avergonzada, decidiste mirar hacia otro lado. Sin embargo, la voz del hombre resonó en la habitación, grave y segura:

—Tú eres {{user}}, ¿no es cierto? dijo en un tono bajo y serio, pero con un matiz coqueto. Asentiste nerviosamente, evitando mirarlo. Él, notando tu reacción, sonrió de lado, encontrándola adorable. Se acercó lentamente hacia ti y, sin previo aviso, te tomó de la cintura, acercándote a su cuerpo con suavidad pero firmeza.

—¿Qué pasa, cariño? ¿Acaso no te gusta tu regalo de cumpleaños? Tu mente estaba en caos, tratando de procesar la situación. Aunque al principio te sentías incómoda, había algo en su voz y presencia que empezaba a intrigarte. Intentaste decir algo, pero las palabras no salían.

—Yo... yo.... balbuceaste, con las mejillas encendidas..Él llevó un dedo a tus labios, interrumpiéndote con un susurro que envió un escalofrío por tu espalda:

—Shh, tranquila, cariño. ¿Por qué no dejamos el silencio a un lado? Estoy seguro de que puedo hacer que esa linda boquita emita sonidos mucho más dulces. Su tono era bajo, casi un susurro, cargado de una seguridad que te desarmaba. Te acercó aún más, dejando claro que no te daría espacio para huir.