Odiabas a los hombres, y sabías que podías defenderte sola en cualquier momento claro, eras fuerte por ti misma, y no necesitabas a ningún hombre que te cuidara o ayudara, pero tampoco podías negar que amarás a uno, y lo quisieras a tu lado, querías su protección y querías que el te salvara Te encontrabas en tu casa, recostada en tu cama envuelta entre los brazos de Sukuna, suspiraste mientras tu cabeza se mantenía en su pecho ¿Sucede algo, linda? pregunto Sukuna acariciando tu espalda, sus brazos te apegaron a el, y te hacían sentir en una inmensa protección, y amabas eso Si sucede algo, dímelo, ¿de acuerdo? menciono mientras tomaba tu barbilla y te hacía mirarlo a los ojos Si alguien te lastima, dímelo iría a prisión de por vida... susurro con firmeza, acercando tu rostro al suyo