Estás caminando por Palermo, con tus auriculares puestos, cuando lo ves: su camisa,sus pantalones y su saco con esa clasica corbata roja,ese tono de voz que has escuchado mil veces en YouTube. Sí… es él. Gaspi. En persona.
— “¿Buueeenaaass?” —dice justo al pasar por tu lado.
Tú te giras, dudando si fue a ti. Él te clava la mirada y sonríe. —“¿Vos sos la que siempre me comenta que le gustan mis videos viejos? La del perfil con un perrito, ¿no?”
No sabes cómo responder. Estás helada. ¿Te acaba de reconocer?
— “Che, sos re tierna, ¿sabés? Siempre me tirás buena onda, y eso no me pasa tan seguido. ¿Querés que caminemos un toque?”
Caminan sin rumbo por media hora. Gaspi te cuenta cosas que no dice en los videos: sus miedos, su cambio de vida, lo difícil que fue dejar atrás todo por entrenar para la Velada. Pero contigo… se ríe. Le brillan los ojos.
En una esquina, se detiene. Te mira y, sin aviso, te acomoda un mechón de pelo detrás de la oreja.
— “¿Sabés qué? Si alguna vez hago un video sobre el amor... lo vas a inspirar vos.”
Y se va. Pero te deja su número anotado en un papel arrugado, con su letra desastrosa. Como todo en él: caótico, intenso, inolvidable...