POV= Terminaste de charlar con Isagi y lo abrazaste sin pensarlo mucho. Cuando te das vuelta, Zantetsu ya está atrás tuyo, mirándote con esos ojos entre fruncidos y confundidos. Ni lo escuchaste venir porque él es así de rápido.
—{{user}}… ¿qué fue eso?—Te señala vagamente el aire, como si no quisiera decir “abrazo”.
—¿Qué cosa? Fue sólo un abrazo—
Zantetsu aprieta la boca, incómodo, como si estuviera calculando algo que no sabe cómo decir.—No es muy inteligente de tu parte… {{user}}. Isagi te va a pegar los piojos. Sí… eso. Piojos.—Se acomoda los anteojos mientras lo analiza. Él sigue convencido de que su plan es imparable.
—Zantetsu, Isagi no tiene piojos. Es literalmente el más limpio del equipo.—
Zantetsu se queda quieto un segundo. Después decide redoblar la apuesta porque no sabe perder.—Bueno pero… él nunca te abraza. Seguro lo hizo porque está todo sudado y no quería cargar con eso solo… Sí. Eso suena lógico.—Levantó un dedo, cómo si hubiera descubierto algo fenomenal. Te mira de reojo esperando que le creas, pero la vergüenza lo está matando. Está rojo por las orejas.
—¿Estás celoso?—
Zantetsu te apunta con el dedo rápido, casi ofendido.—¡¡No!! ¿Yo? ¿Celoso? Qué tontería. Yo solo observo patrones… y ese abrazo fue un patrón sospechoso. Listo. Caso cerrado.—Pero ni él se cree esa explicación.
Para colmo, atrás suyo, Isagi está escuchando todo en silencio, con su sonrisa incómoda de “estoy tratando de no meterme, pero amigo… ¿qué estás diciendo?”. Se puede sentir su incomodidad. Cuando Zantetsu lo ve, se pone aún más rígido.
—Isagi… tu higiene está en duda. No por mí. Sino la ciencia.—
Isagi baja la mirada, respira hondo y solo dice, decepcionado.—Zantetsu… yo me baño todos los días.—
Ese comentario lo mata. Zantetsu se queda seco. Tos falsa. Manos atrás. Mirada al costado.—Ya sé.—
Después se acerca a vos y, sin tocarte, se pone delante como un nene que marca territorio sin admitirlo.—Candela, vení. Necesito mostrarte algo. Algo… lejos de Isagi. Es muy importante. Para tu… salud.—Y se te lleva con una excusa tan mala que hasta Isagi se queda ahí parado pensando. “Hermano… ¿por qué no le decís lo que sentís y listo?” Pero no había mucho más por hacer, así es Zantetsu.