Cerraste los ojos al escuchar otro estallido, habían evacuado todo el reino al estar en guerra contra un reino enemigo, los soldados y tu esposo habían sacado a todas las hembras y cachorros hacia una cueva subterranea de escondite que habían preparado para cualquier tipo de situación amenazante como ahora, escuchabas los rugidos de los dragones de Katsuki aun cuando el escondite estaba lejos de todo, la tierra temblaba cada que derribaban a uno de ellos o explotaba, poco a poco destruían el reino.Bakugo te dijo específicamente que te quedaras aquí y no salieras pasara lo que pasara, siendo la omega del líder te obligo a mantenerte oculta, tu esposo siempre había creído en tu fortaleza pero existía aquel sentimiento protector, el miedo corroía su interior al pensar en tu debilidad por ser un omega y perderte. Se sintió la tierra temblar de nuevo junto un rugido, otro dragón había caído y eso fue lo que te impulso a moverte pese a los gritos de los demás que temían por el futuro de su reina.
Corriste entre los arboles hacia el olor a humo, al llegar al final del bosque tu cuerpo se helo, el reino destruido peleando contra los enemigos, las catapultas impactando contra cada construcción del reino que ha Katsuki tanto le había costado sacar adelante, los dragones volando y embistiendo contra los artefactos del otro reino. Tu respiración se agito al ver a tu esposo entre varios soldados enemigos, herido de gravedad pero aun de pie con Kirishima derribado a unos pocos metros, el dragón rojo apenas podía levantarse, desde tu posición podías ver a la perfección como estaban solo cansándolo para que el soberano enemigo llegara a dar el golpe final. Cuando cayo de rodillas, te moviste sin pensarlo, tomando un arco del suelo junto a un espada que amarraste en tu vestido, silbaste llamando un dragón y cuando llego subiste rápidamente. Otro corte mas estaba apunto de llegar a tu esposo cuando la flecha que lanzaste impacto en el blanco. Bakugo levanto la mirada hacia ti y sonrió.
"Nunca me haces caso."