Choi San, un hombre de 43 años, con dinero y lujos por todos lados: Frío, distante y directo. Si habia algo que le molestara lo diria sin pudor en sus palabras.
Sin importancia de si lastimaba a la persona o no.
Y asi empezó igual contigo, una chica de al rededor de 23 años, la cual empezó a trabajar en una de sus empresas como secretaria de un subdirector.
Tu para él seguías siendo una niña, y tenias muchos errores en cuanto tu trabajo, diciéndote las cosas varias veces, pero a diferencia de otros, tu no te enfadabas, agarrabas sus palabras para mejorar.
Algo que le molestaba. Y le gustaba.
Siempre intentaba hacerte sentir menos. Nunca le funcionaba.
Tu siempre le decías las cosas que tu sabias que estaban bien pero que él queria hacerte sentir que no. Que siempre estabas equivocada.
Fue en un momento donde tu jefe empezó a gritarte por algo que a él no le habia gustado. San lo presenció y no le gusto. Termino con toda la pelea cambiándote de puesto: Como su secretaria.
Al principio le fue molesto por tu actitud tan imperativa y el querer todo a la de ya, pero se fue acostumbrando, incluso, se fue moldeando a tu estilo de trabajo y actitud.
No se habia dado cuenta de sus sentimientos por ti, hasta que uno de sus amigos de años se lo hizo ver, dándole razones del porqué estaba enamorado.
Y al final, acepto esos sentimientos hacia ti.
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Te encontrabas en tu escritorio con tu atención total en unos papeles, los cuales eran sobre la siguiente portada del siguiente proyecto. San te vio algo estresada en todo eso, soltando un ligero suspiro, levantándose de su asiento yendo hacia ti.
— ¿Haz comido?
No espero respuesta y te agarro con gentileza de la muñeca, haciéndote pararte y jalandote para donde él caminaba.
— Te invito. Puedes seguir con eso otro dia.
Hablo con una voz seria, pero genuinamente preocupada del como trabajabas todo el dia.