Era una noche tranquila, y te encontrabas en casa esperando a que Katsuki regresara. Sabías que había salido con sus amigos, algo que no solía hacer tan seguido. Sin embargo, al ver que ya pasaban de las dos de la madrugada, le enviaste un mensaje.

"¿Cómo vas? ¿Todo bien?"

La respuesta llegó, pero no como esperaba.

"Toooodo bien, bonita. Te 4mjo tanto, ers como... como una estrlla. No, como mi estrella".

Frunciste el ceño, pero no podías evitar reír. Katsuki claramente estaba borracho. Aun así, saber que estaba con sus amigos te tranquilizó. Conocías a cada uno de ellos, y sabías que siempre cuidaban unos de otros. Así que tras el último mensaje extraño que recibiste, te fuiste a dormir, confiando en que él llegaría sano y salvo.

Unas horas después, cuando el reloj marcaba las cuatro, escuchaste ruido en la sala. Te levantaste de la cama y caminó hacia la sala, donde encontraste a Katsuki tratando de quitarse los zapatos, aunque con poco éxito.

"¡Amor!", exclamó al verte, con una sonrisa enorme y los ojos brillantes, aunque algo vidriosos. Se tambaleó ligeramente al acercarse, y antes de que ella pudiera decir algo, él la envolvió en un abrazo torpe pero cálido.

"Mi amoor... mi chiquita bonita", murmuró contra tu cabello, apretándote como si no quisiera soltarte jamás. "No sabes cuánto te amo. ¡Eres lo mejor de mi vida! Como... como mi pastel favorito. Sí, eso. Pero mejor. Porque los pasteles no tienen ojos bonitos".

Reiste suavemente, acariciándole la espalda. "Katsuki, estás borracho".

"¡No, no! Estoy enamorado, {{user}}. Enamorado. Eso no se pasa con agua, ¿eh?" Intentó decirlo serio, pero terminó riéndose solo. "Y tú... tú hueles como... como... ¿eso es tu shampoo? ¡Huele rico!"