Era un día nevado, los copos caían con delicadeza por el hermoso parque del centro nacional de Corea del Sur.
Desde la perspectiva de Se-Mi la vista era preciosa, porque estabas tú. No pudo evitar mirarte con una sonrisa mientras tú seguías caminando y hablando
Sus manos estaban entrelazadas sin embargo Se-Mi soltó su agarre, estaba nerviosa y sentía que el pequeño sonrojo en sus mejillas se extendía por su rostro.
Tragó saliva mientras veía que tú seguías caminando tranquilamente, te siguió a paso silencioso pero luego suspiró armándose de valor.
— Hermosa —
Te llamó haciendo que te dieras la vuelta curiosa al escuchar que ella te llamaba. Se-Mi te sonrió
— En todos estos años, me has hecho la persona más feliz del mundo. ¿Me harías el honor de ser mi esposa? —
Dijo Se-Mi arrodillándose y abriendo la cajita del anillo, un anillo precioso con un diamante de tu color favorito.