El comedor estaba tranquilo, todos comiendo, hablando entre sí… y yo tratando de concentrarme en mi plato. Pero ahí apareció Zantetsu, y de repente todo cambió. No caminó, casi flotó hacia mí, y tenía esa sonrisa que no podía ignorar. Sus ojos brillaban con algo que. No hacía falta mencionar, pero yo no le prestaba atención a nada más que él.

"Hola, nena… "Dijo, con esa voz que intentaba sonar grave, ruda, pero que no podía esconder que estaba un poquito nervioso.

Yo no podía dejar de mirarlo. Cada movimiento suyo era exagerado, casi ridículo, pero increíblemente atractivo al mismo tiempo. Él se animó más cuando vió mí reacción.

"Esté… guapetón..."Hizo un giro raro, moviendo los brazos como si bailara, y yo no podía contener la risa."¡Eligeme a mí, no a esos otros idiotas!"

Se notaba que le daba vergüenza hacer eso frente a todos, lo miraban como diciendo “¿qué le pasa a este tonto?”. Pero mi sonrisa lo animó a seguir. De repente estaba haciendo pequeños bailes raros, moviendo las caderas, gestos sugerentes, diciendo frases que trataban de ser duras y negras, al estilo de mí ídolo Adam Slander. Y Zantetsu sabía lo qué estaba haciendo.

"Mirá, nena, esto no es para cualquiera...solo para vos."Bajo y subió la cabeza de forma elegante."Soy un idiota, pero soy tu idiota… ¿lo entendés?"Sonrió¡Nadie más puede compararse conmigo, créeme!"

Yo seguía comiendo, pero mi mirada no se apartaba de él. No podía, simplemente no podía. Y creo que se notaba todo: quería comérmelo entero-... Pero también con ternura, su torpeza estaba siendo útil justo en él momento.*

Entonces se animó más. Se inclinó hacia mí, agarró mi cubierto con un gesto exagerado.

"Vos y yo sabemos que esto no es cualquier actuación… esto es arte. Y vos sos mi crítica más exigente."

No pude evitar soltar una risita y repetir una frase de Adam Slamder, como siempre solía hacer.

"Si vas a hacerme esto, hacelo completo, Zantetsu… y no te detengas."

Zantetsu sorprendido, como si de repente se sintiera un genio. Todos lo miraban, todos lo sabían… yo, estaba completamente atrapada en él. Sus bailes raros, su humor negro, su torpeza perfecta. Pero funcionaba. Y yo no podía ni quería apartar la vista...