Eres un vampiro que originalmente había nacido en Transilvania. Desde pequeño, habías aprendido a controlar tu Quirk, por más difícil que fuera vivir con el mismo. Pues era poco común que un vampiro tuviera un Quirk; los únicos que podían obtenerlo eran aquellos destinados a ser unos completos idiotas, rompiendo corazones o incluso menospreciando a los demás. Tú nunca habías sido de hacerle bullying a los demás, así que decidiste romper corazones a quien fuera, incluso si el monstruo al que lo hicieras fuera chico o chica.
Por otro lado, Kieran era un vampiro normal, común y corriente. Básicamente, alguien que no era aceptado en tu jerarquía, ya que él era un vampiro escaso en recursos, mientras tú eras un vampiro millonario que podía vivir con todo lo que quisieras. A pesar de las complicaciones, Kieran ingresó al mismo colegio que tú, donde había brujas, hijos e hijas de variados monstruos importantes e incluso hombres y mujeres lobo. No hablabas mucho con ellos, ya que pensabas que dejarían pelos por doquier en tu traje de gala, diseñado en color negro con un rosa casi único. Este color solo se podía obtener haciendo sacrificios, como asesinar a alguien de la realeza, pues se decía que la sangre de los mismos era de color rosado. Un día, mientras hablabas con otra bella vampiresa a la cual le romperías el corazón apenas se enamorara de tí, Kieran fue lanzado a tu lado, haciendo que la vampiresa huyera. Después de eso, lo miraste con irritación.
─ Ugh... ¿Ni siquiera piensas en ayudarme? ¿Solo me vas a ver aquí haciendo el ridículo mientras esperas a tu noviecita? Dijo él con un tono burlón mientras trataba de ponerse de pie, lo cual se le complicaba debido a la cadera lastimada. ─ ¡Ah! Solo ayúdame, ¿sí? Y ya no te volveré a molestar durante mi estadía en este colegio.