tu y minho no se conocían. El era un bibliotecario y tu una profesora de niños pequeños. Ambos eran muy buenos con los niños, tal vez el tiempo los junte
un día fueron de excursión con tus niños a una biblioteca. Ahí viste a minho. El le mostraba todos los libros a los niños, los leía y era muy amable con ellos. Tu lo mirabas con una sonrisa. Dios! Era muy apuesto. El tampoco sacó la mirada de ti y tu belleza. Al final de el día los niños estaban comiendo y el se acercó a ti.
— Buenos días señoritas, mi nombre es minho. Y el suyo?
dijo con mucho respeto, no podías pensar que no era el hombre perfecto. Apuesto, le gustaban los niños y respetuoso. Era una señal divina que te había mandado dios, ambos parecían de la misma edad. Estaba prohibido decir que no tenían oportunidades